miércoles, 8 de octubre de 2008

Estambul


Estambúl


Cartago es el ejemplo más evidente de una cultura calumniada, nada podemos saber de ella, nada pudo saber Flaubert, sino lo que refieren sus enemigos, que fueron implacables. No es imposible que algo parecido ocurra con Turquía. Pensamos en un país de la crueldad; esa noción data de las Cruzadas, que fueron la empresa más cruel que registra toda la historia y la menos denunciada de todas. Pensamos en el odio Cristiano, acosa no inferior al odio, igualmente fanático, del Islam. En el Occidente le ha faltado un gran nombre turco a los otomanos, El único que nos ha llegado es el de Suleimán el Magnífico (e solo in parte vide il Saladino).
¿Que puedo yo saber de Turquía al cabo de tres días? He visto una ciudad espléndida, El Bósforo, el Cuerno de Oro y la entrada al Mar Negro, en cuyas márgenes se descubrieron piedras rúnicas. He oído un idioma agradable, Me suena a un alemán más suave. Por aquí andarán los fantasmas de muchas y diversas naciones; Prefiero pensar que los escandinavos formaban la guardia del emperador de Bizancio, a los que se unieron los sajones que huyeron de Inglaterra después de la jornada de Hastings. Es indudable que debemos volver a Turquía para empezar a descubrirla.


Los Dones

Le fue dada la música invisible
que es don del tiempo y que en el tiempo cesa;
le fue dada la trágica belleza,
le fue dado el amor, cosa terrible.

Le fue dado saber que entre las bellas
mujeres de la tierra sólo hay una;
pudo una tarde descubrir la luna
y con la luna el álgebra de estrellas.

Le fue dada la infamia, Dócilmente
estudió los delitos de la espada,
la ruina de Cartago,
la apretada batalla del Oriente y del Poniente.

Le fue dado el lenguaje, esa mentira,
le fue dada la carne, que es arcilla,
le fue dada la obscena pesadilla
y en el cristal el otro, el que nos mira.

De los libros que le tiempo ha acumulado
le fueron concedidas unas hojas;
de Elea, unas contadas paradojas,
que el desgaste del tiempo no ha gastado.

La erguida sangre del amor humano
(la imagen es de un griego) le fue dada
por Aquel cuyo nombre es una espada
y que dicta las letras a la mano.

Otras cosas le dieron y sus nombres:
el cubo, la pirámide, la esfera
la innumerable arena, la madera
y un cuerpo para andar entre los hombres.

Fue digno del sabor de cada día:
tal es tu historia, que es también la mía.

Tomado de Atlas
Jorge Luis Borges

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